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Plog es el registro de un viaje de aventuras mentales. Una colección de ideas, pensamientos, experiementos e historias sin un hilo en común más que la misma subjetividad y experiencia de quién escribe. temas recurrentes: sci-fi, yoga, astronomía, filosofía y salud

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© 2024 Paula Licausi

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Don’t Google it 🙅

El presente escrito no pretende diagnosticar, ni solucionar, ni curar. Es un mero relato de mi experiencia personal sobre cómo transito mi propia subjetividad y qué hago con ella. 

El propio cuerpo como campo de batalla

Cada sutil cambio anormal de tu cuerpo es la muerte. Y con anormal me refiero a una percepción subjetiva de lo que debería ser normal en un cuerpo. Cada pequeño espasmo, dolor u hormigueo se transforma en tu peor pesadilla. Enfrentarse a esto día a día es la verdadera enfermedad. 

“Me duele el pecho”, “me tiembla el párpado”, “siento algo en el brazo”… Y podría seguir enumerando búsquedas de Google. Llega un momento en que tu cabeza está completamente nublada por palabras, conceptos, términos que no deberían estar en tu vocabulario pero lo están. 

Figuremos la siguiente imagen: un día te despertás, empezás tu día como siempre, está todo aparentemente bien, pero de pronto sentís un pequeño, casi imperceptible hormiegueo en el brazo izquierdo. Lo dejás pasar, total no es nada. Al rato lo volvés a sentir y como si fuera casual, pensás en lo qué podría ser, lo que lo podría estar causando. Y ahí empezás a evaluar, qué hiciste o qué movimiento te pudo haber causado esa sensación. Esa idea te empieza a obsesionar, intentás descubrir qué te está pasando, qué está mal en vos

Ese hormigueo del brazo, desaparece, por fin. Pero al rato sentís una presión extraña en la cara, algo serio está pasando. Temes estar al borde del colapso, mental o físico, sino tu cuerpo no te daría tantas señales. Te está pasando algo y es grave. Mortal incluso. 

Sin embargo, en el fondo, vos sabés la verdad. Vos sabés que no estás a punto de tener un infarto, ni un desmayo, ni una enfermedad grave. El problema es que lo podés racionalizar, podés entender que es producto de tu mente (¿lo es?), pero no podés pararlo. No lo podés hacer porque es así como viene tu cabeza trabajando desde hace mucho tiempo y los hábitos son difíciles de cambiar. 

En algún punto, empezaron esos pensamientos y poco a poco se fueron entrelazando en el entramado del cuerpo y la mente de una forma tan sutil que hoy día ya no podés discernir el dolor del placer, lo real de lo irreal, la salud de la enfermedad. Todos estos conceptos quedaron dentro de una gran licuadora que no para nunca y siempre le seguís agregando ingredientes. 

Eventualmente, hasta te acostumbras e incluso comenzas a identificarte con esta forma de ser. Si de pronto me sacan estos dolores, estos pensamientos, ¿quién soy? ¿de qué se va a ocupar mi cabeza ahora? Pero no es una forma sana de vivir o al menos, bajo lo que yo considero, no lo es. 

Puedo resumir esta experiencia hipocondríaca es una frase: tu mente te declara la guerra y tu cuerpo es el campo de batalla.

Nunca lo hagas

Hay algo que todes sabemos que no tenemos que hacer nunca jamás: googlear síntomas. Aunque no existiría este post si google no nos hubiese dado tanto alimento hipocondríaco éstos últimos años, especialmente luego de la pandemia. 

No importa lo inocente que sea la búsqueda o si es solo para saber qué hierba tomar para el dolor de panza. Hay una premisa infalible en todo eso y es que una página web, genérica, apuntada a miles de lectores de distintas características, no te conoce. No me conoce. Y algo que tenemos que deconstruir es la idea de que nuestros cuerpos son máquinas que se pueden desfragmentar y arreglar con un manual de instrucciones. 

Si algo me costó entender es que no hay dos cuerpos, dos mentes, exactamente iguales. Por más que desde la estadística podamos sacar otras conclusiones, cada ser en este planeta es único. No hay dos corazones que latan igual, ni dos mentes que piensen igual. Por lo tanto, no podemos esperar que para todos funcione lo mismo. 

Y justamente por esto, decidí tomar acción en lo que yo puedo hacer: manipular mi propio ambiente. La tecnología es mi gran aliada desde hace tiempo, entonces para no convertirla en mi enemiga letal decidí jugar un poco con esos límites. 

Las palabras prohibidas

Así nació esta idea. Hackear mi propia realidad y mi propio comportamiento con las herramientas que tengo cerca. En mi caso, la programación y el desarrollo web son mi forma de ganarme la vida (y por ende, dedicar mi tiempo libre a escribir estas cosas), así que ¿por qué no usar eso a mi favor? 

Para ello, hice una extensión de Google Chrome que, una vez instalada, te permite cargar una lista de palabras prohibidas que si las buscás (aplica a varios buscadores) te envía un mensaje de que no deberías estar buscando eso. 

💥 Ver extensión/descargar en GitHub (próximamente) 💥

Tecnologia como liberadora

Es algo muy sencillo y no es una obra de arte la ingeniería ni pretende serlo. pero para mí ese es el rol de la tecnología como liberadora. Es esa posibilidad latente de ser el lienzo y pincel de una nueva realidad que mejore nuestra calidad de vida. Lo hermoso de esto es que lo tenemos al alcance de nuestras manos, lo difícil es que dada la estructura actual no es posible simplemente por el hecho de tener una computadora. 

No obstante, mientras tengamos ese privilegio, ¿por qué no explorar los confines cibernéticos a nuestro favor en vez de transformarlo en nuestro peor enemigo? Menos googlear síntomas y más escribir en el block de notas. Así sean palabras sin sentido o un blog perdido en el medio del mar de Internet, así sea eso, es tu obra. 

Conclusión

Reivindicar ese poder de control sobre la tecnología, nos devuelve un poco el control sobre nuestro propio cuerpo. Ahora bien, esto no pretende postularse como la solución a ningún problema. Digamos que es un juego más.