Plog es el registro de un viaje de aventuras mentales. Acá no hay nada importante, es solo una colección de ideas, pensamientos y experimentos que surgen de la exploración, la meditación y un poco de ganas de cuestionar todo.
Disclaimer: This site is automatically translated.
Me miro al espejo y me descontextualizo.
Miro fijamente mis hombros y los noto tensos, llenos de expectativas, llevando un gran peso que fui juntando poco a poco. Los miro detenidamente y me doy cuenta que no deberían estar tensos, que deberían estar relajados, más agradables.
Olvido mis hombros y sigo bajando con la mirada e intento mirar mis piernas, pero no puedo. Antes hay algo que obstruye mi mirada: mi panza. Hinchada, redonda, llena de comida. No me deja mirar mis piernas, me estorba, no debería estar ahí.
Entonces pienso lo lejos que están mis piernas del resto de mi cuerpo y, que quizás, deberían estar más cerca porque no quedan armónicas ni delicadas.
Igual, no importa. Me miro los brazos, anchos, colgando de mis hombros, tensos. Cuelgan, flácidos y sin gracia. En las fotos intento esconderlos o al menos en parte para que no se note lo anchos que son.
Sigo recorriendo mi cuerpo con la mirada, creando en cada instante una imagen distinta de mí, de mis fragmentos.
Me miro el resto de las partes de mi cuerpo y me agarro los pedazos que sobran, los que no deberían estar, los que están rotos. Los agarro con ganas de arrancarlos, sacarmelos de encima. Me pierdo mirándo los fragmentos de carne inservibles e inútiles que tengo…
Entonces, levanto la cabeza y me miro de frente. Veo a través de lágrimas, mis ojos, mi expresión facial, mi cara. Cada vez que posiciono la mirada me olvido de lo que está al rededor, me olvido de su contexto, me olvido de su interior.
Y doy un paso atrás y es ahí cuando me doy cuenta que soy una.