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Plog es el registro de un viaje de aventuras mentales. Acá no hay nada importante, es solo una colección de ideas, pensamientos y experimentos que surgen de la exploración, la meditación y un poco de ganas de cuestionar todo.

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© 2024 Paula Licausi

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historias cortas

Habitación para adultos

La habitación es grande. No tan grande como un comedor, ni tan pequeña como un baño. Es tan grande como para contener diversas cosas. Cosas como pueden ser, objetos, emociones, personas y demás. Ya saben, cosas. Igual no es muy grande, es normal, como una habitación normal. Es decir, en realidad es un dormitorio. Pero no quería decirlo, la gente suele discriminar los dormitorios, siempre los relacionan con ideas insignificantes como dormir. Pero en un dormitorio puede pasar mucho más. Más que todas esas cosas, a veces insignificantes, que vemos. Pero no tanto como una guerra mundial o un casamiento, no cuentan los de muñecas, dicen por ahí. Aunque quién sabe, quizás las decisiones se toman ahí, ¡y luego no le damos importancia a los dormitorios! Tendríamos que empezar a tenerles miedo, quizás mañana en el silencio de esas cuatro paredes tomes la decisión más influyente en tu vida. Espero que me pase, así me sentiría un adulto por un rato, pero no tanto porque no quiero ser grande todavía.
En fin, no suelo distenderme mucho. Como decía, la habitación es grande y contiene muchas cosas. Cosas como objetos, emociones, personas y demás. Ya saben, cosas. Hoy recuerdo que vi una mancha en la alfombra. Es muy linda la alfombra, es verde con bolitas verdes más ocuras porque es vieja la alfombra y se gasta. A veces me tiro a dormir ahí, es calentita y tiene rico olor. No sé porqué tiene rico olor si es una simple alfombra. Lo único malo de la alfombra es que tiene una manchita. Creo que la hice yo tomando gaseosa o comiendo caramelos. Ya ni me acuerdo. No debe ser muy importante si no me acuerdo. Igual esa mancha, manchita, chiquitita, seguro que fue la causa por la cual recibí un soplamocos.
Lo más divertido de la habitación, que me olvidé de decir, es mía. Mía y de nadie más, aunque en un par de meses va a ser mía y de Jorge, pero Jorge todavía no nació, así que es mía, del verbo tener. Una de las cosas más divertidad de mi habitación es, además de mi alfombra, mi baúl. Es tan grande y lindo, apostaría a todos los grandes del mundo a que ese baúl es más grande que todas sus casas y me atrevería a decir que es más grande que mi habitación, y eso es mucho.
Lo que pasa es que caben muchas cosas en el baúl. Yo le puse de nombre Raúl, porque me pareció simpática la rima. A veces me dicen que hablo mucho. En Raúl, entran muchas cosas, y ya saben a lo que me refiero con cosas. Pero muchas, acá si que entran muchas. Y voy a contarles un secreto. Igual no es tan secreto porque se lo conté a Maira, que es de confiar, siempre pasamos tiempo jugando. A mí Maira me cae bien, somos amigos, aunque no sé si novios, quién entiende a las chicas, todas iguales. Mamá se ríe cuando hablo así, dice que no tengo edad todavía. Bueno, nuestro secreto, de Maira y mío, es que tenemos un juego. Y la cualidad de ese juego es que sólo se puede jugar en mi habitación. A veces pienso que es un poco de Maira también, somos muy buenos amigos.
El juego, y no quiero alardear pero es el mejor juego del mundo, todos nos envidian porque quieren saberlo pero Maira y yo nunca lo contamos porque somos fieles y sabemos que un secreto no se cuenta. Es muy divertido, consiste en decir una palabra y automáticamente el otro tiene que responder con la palabra que se le venga a la mente, así sin pensar, seguro entendés. Entonces cuando uno se equivoca, o se tilda, así como la computadora, tiene una prenda. Pero no es una prenda cualquiera, como esas prendas tontas que hacen que son de darle un beso a alquien o comer algo asqueroso, nuestras prendas son por ejemplo, cocinar algo con forma de alguna planta extraña o contar un cuento sin repetir palabras, no sé si me entienden son prendas, difíciles, de esas que no apuntan a esas cosas que agradan al otro pero dura poco. Yo soy más alegre cuando escucho los poemas de Maira o cuando le hago practicar un deporte divertido porque así nos conocemos más. Mamá dice que paso mucho leyendo diccionarios. Las palabras son lindas, igual quisiera saber más palabras, pero si supiera más palabra sería grande y eso sería aburrido.
Mamá y la tía dicen que soy un chico inteligente pero no sé que tan inteligente me consideran si lo único que quieren es que hable de los grandes como si yo supiera. En mi pieza también está mi cama, me olvidé de decirles, ahí es donde pienso y reflexiono, siempre pienso en las mejores prendas que puedo preparar para Maira, espero que ella haga lo mismo en su cama. Y créanme que así creé las mejores prendas del mundo. Hago cosas geniales en mi cama, sin duda es uno de los mejores objetos de mi habitación. El otro día aprendí a hacer una vuelta carnera, no sé que tendrá que ver con las cabras, pero es divertido. Lo hago para adelante y para atrás. Al costado también me sale, pero es más difícil. Yo no sé como mamá nunca hace estas cosas, no sé para que usa la cama si ni siquiera sabe hacer una vuelta carnera como yo.
Eso no lo entiendo y nunca lo voy a entender: mamá y papá viven ahí encerrados, durmiendo horas como osos y no juegan nunca, porque están siempre cansados, no sé para qué sirven las habitaciones de los adultos. Si quieren dormir que se pongan una cama en el living, tanto espacio usado al pepe para que ellos sólo duerman.
Mi habitación es mágica, tanto como mi baúl, Raúl, ahí tengo muchas cosas. Cosas como objetos, emociones, sentimientos. A veces creo que los sentimientos son por Maira. Tengo un placard también pero no es importante, sólo tiene la ropa que necesito para vestirme porque mamá no me deja estas desnudo dice que ya soy grande para estas cosas, pero no entiendo si cuando nací siempre estaba así y adentro de la panza de mamá también andaba desnudo. Quién los entiende, son peor que las chicas. En cambio, mi mamá guarda mucha ropa ahí adentro, parece hasta que le gusta.
Yo aunque no parezca voy a la escuela, no me gusta mucho porque siempre hacemos lo mismo y no hacemos vueltas carneras ni nos inventamos prendas, no hay tantas cosas como en mi pieza. Para ir a la escuela hay que llevar una cartuchera, es re divertida mi cartuchera. Es grande y la tengo guardada en Raúl porque me gusta. Tengo lápices, lapiceras, fibras, crayones, temperas, goma de borrar y sacapuntas. Lo mejor es que mi sacapuntas es de esos que tienen para guardar la cáscara del lápiz y después lo tirás. En la escuela a todos le gusta mi sacapuntas. Todo el grado envidia mi sacapuntas, menos Maira porque a ella se lo comparto y la quiero.
Ir a la escuela es feo porque tengo que dejar mi cama y en mi cama está mi imaginación, mis prendas, mis vueltas carneras. Mamá me cambia la ropa dormido porque yo nunca quiero dejar de soñar, siempre estoy cansado a la mañana. Ella está cansada todo el día y no va a la escuela, es tan injusto. Ojalá alguna vez le tocara a ella ir a la escuela. O a papá, sí, mejor a papá. Él seguro que nunca fue porque el otro día le pregunté si me podía ayudar con unas multiplicaciones. Y son re difíciles, a todos les cuesta, a mí me cuestan más las divisiones pero las que son con el por me matan. A todos menos a Emiliano, pero ese porque es un olfa, se la pasa estudiando, nunca imagina o hace vueltas carneras.
Yo tengo tantas cosas. Cosas como un baúl, una vuelta carnera, mi imaginación y Maira. Esas cosas a mí me gustan, me hacen sentir bien. Bien así como cuando querés sonreír todo el día o hasta darle besos a mamá. Mamá es muy buena conmigo, siempre me trae chocolate y me quiere. Papá también me quiere pero no sabe multiplicar y es me enerva, igual es buen tipo.
Ojalá que cuando venga Jorge él también sea una de mis cosas.