Plog es el registro de un viaje de aventuras mentales. Acá no hay nada importante, es solo una colección de ideas, pensamientos y experimentos que surgen de la exploración, la meditación y un poco de ganas de cuestionar todo.
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A veces soy una película. Me paro en el balcón y miro. Ni tan lejos ni tan cerca, sólo veo a la gente pasar, cómo va vestida, qué hace o a qué juega. Yo juego a que soy una película, cuando me paro en el balcón y miro, mientras la brisa del octavo piso juega con mi pelo y el cielo se tiñe de rosa.
Miro, y me veo de atrás, o quizás de perfil, mirando. Miro como miro a la gente pasar. Miro la ciudad desde arriba, como si se tratase de una maqueta y yo una fuera una espectadora. Y el resto sigue su curso, no saben que estoy acá, ni que los miro. Mucho menos, que forman parte de una película y que esa película es simplemente el juego de otra persona como ellos, que se mueve y que alguien la mira.
Desde abajo, desde el horizonte, el cielo se va coloreando de azul, cada vez más intenso. Me incita a pensar como se vería sin edificios, sin horizonte, sin película. Cuando me veo mirando no recuerdo quién soy, sólo me veo. Soy parte del juego. Me veo y pienso en lo que estoy viendo. Y pienso en porqué antes miraba y ahora veía.
Me meto adentro y comienzo a formar parte de la maqueta. Me transformo en una pequeña figura, entre tantas paredes y edificios, entre tantos desayunos y cenas, entre tantos autos, tanta ropa, tantas calles, tantos libros, tanta gente. Allí, en un punto infinitamente pequeño, está mi cuerpo, sumergido entre tanta inmensidad. Junto con mis pensamientos. Y sentimientos. Y sólo me queda preguntarme cuántos atardeceres se estarán escribiendo en éste momento.